Comer en las alturas

Por: Cleidy Torres, Maycol Saavedra , Ricardo Gutiérrez

Es un secreto, seguramente uno de los mejor guardados que hay en la ciudad, y la única que parece conocerlo es una mujer de tez morena. En su rostro se dibujan los años que ha vivido, 56 nos dice, más bien “gordita” muy risueña, jovial, amena.

Doña Dominga, como la conocen sus clientes, vende a la salida de la estación Mirador de El Alto. Su oferta son dos platos,  fricasé y chairo, que en días lluviosos están entre los más buscados por los transeúntes que utilizan la línea amarilla del teleférico.

¿Cuál es el secreto para que tu fricasé sea tan rico?, le preguntamos, y por supuesto ella solo responde…”eso no se dice pues”, con una sonrisa picarona.

Está ahí, mucho antes que el mismo teleférico empiece a funcionar, cuando Ciudad Satélite era muy otra a la que ahora se ve.

“No había la gente, no había, nosotros nomás vendíamos. (Éramos) siete personitas, no había la gente, no había venta, sabíamos estar durmiendo, ahora todo se vende”, recuerda Dominga.

El tiempo se dibuja en una sobre posición de cuadros, uno encima de otro, así por lo menos nos hace imaginar Dominga cuando se remonta al pasado, asegurando que vende en ese preciso lugar hace 26 años.

“Antes no había, poquito vendíamos, (ahora) al día vendemos muchos platos, nos turnamos, yo no vendo nomas, en la tarde sale a vender otro”, asegura.

Actualmente, funcionan siete puestos de venta de comida callejera, cuya oferta varía desde fricasé, sopa de fideo, k´ellu, ají de fideo. El plato más caro cuesta 10 Bs, y el más barato no baja de los cuatro.

Según los datos que maneja Mi Teleférico, desde el 29 de mayo de 2014 al 31 de marzo de 2017, se generaron 5,124 empleos indirectos, y solo en la línea amarilla, fueron transportadas 80.805 personas.

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Un fricasé para toda la vida

Dominga, con los años y la sonrisa encima, asegura ser el sustento de su familia, y claro, la hija mayor que vende junto a ella afirma con la cabeza, como tratando de decir, sí, ella mantiene a la familia.

“Tengo tres hijos, dos varones y una mujercita, tengo que mantener, mi esposo no trabaja, no tiene trabajo, es de edad, ya no puede trabajar. Él era carpintero, (pero) no puede alzarse madera, nada, yo nomás tengo que trabajar”, exclama nuestra amable vendedora.

Además de los puestos callejeros, dentro de la misma estación hay 5 puestos de comida, entre Pollos Copacabana, Planet Pizza, Jawitas, entre otros, cuyos precios superan los 100 Bs, en el caso de los pollos.

A pesar de la oferta gastronómica al interior de la estación Mirador, las personas que pasan por ahí parecen decantar más por los siete puestos callejeros que se ubican a la salida del edificio.

“(Cuando como fuera de casa no gasto más de) 20 bolivianos, no pasa de eso, comemos platitos de cinco, siete pesos que se yo (…) yo prácticamente prefiero no pizza, hamburguesa, chatarra no”, contó Juan Carlos Jurado, quien come en el puesto de Dominga todos los viernes, acompañado de su hijo.

Y mientras las personas van y vienen, Dominga sigue ahí, impasible detrás de las ollas, como lo estuvo desde hace 26 años y como lo estará mañana, cuando se levante a las 4 de la madrugada para hacer hervir la carne, una parte del secreto de su famoso fricasé.

“Temprano hay que levantarse para que tenga saborcito, sino no tiene sabor, hay que levantarse, hacer cocer largo rato”, nos reveló Dominga.

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